I Metamorfosis de un día La punta de los días se anuncia con risas o con lágrimas. Por la catarata cósmica se precipitan las alegrías acariciando las curvas gigantes de las aguas... ¡unas veces! ¡Otras tantas!: espumas tristes se mezclan con el «verde-azul» del «estrépito-fondo», mientras en la tranquila hondura viven, saltan y brincan: lunas y amaneceres ocasos y albas. II El cielo se ha congelado en azul. Los pájaros son rictus dibujados en el aire. Los vientos se han callado entre tanto, el sol mira torpe y se pregunta qué hace... Parece que los mares los han sujetado los atlantes; ¿Qué ocurre esta tarde?: Por lo visto hasta al ocaso se le ha visto la clámide. I Él no estaba Vivía horizontal: En una línea antes del fin del mundo. A este lado —en éste de acá—, donde está la vida, no quedaba en él sino: el vacío, la negación y ¡mucho frío!
Poemar
Cuaderno de poesía
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Sobre el oficio
NOS exige, en principio, libertad interior;
—y esto es sentirse ajeno y excluido,
primero ante uno mismo, también ante los otros—.
En él no existe el triunfo, ni la gloria, ni tan siquiera la literatura,
y lo que los demás toman por éxito suele ser el fracaso.
El precio de este oficio es malvivir;
ya que, quien lo ejercita,
coloca su interés en valores de muy rara demanda.
Así, después de un largo aprendizaje
de dudas, soledad, despojamiento,
su dicha y su destino es trazar unos signos.
Y estos signos son vanos, y él lo sabe.
de Marzo