Ha llegado el momento de saber a quién está dirigida la flecha de ese canto. A ti que te revuelcas en las espumas del amante, que padeces un tiempo bajo el dominio de la máquina o a ti que huyes del campo de las almas. ¡No! Yo me inclino ante los hombres que atados a una cama lloran por sus memorias terrenales y aún quieren liberarse. Yo estiro mi arco en dirección del nuevo mundo.
Cuaderno de poesía
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