Cualquiera sabe ya que el hombre es sólo un organismo de profundas, tornadas convicciones en frívolas permanencias de hipopótamo, en transplantes oscuros repulsando escalofríos. No obstante, a veces, su estructura vibra, se tambalea en manifestaciones de proximidad a conjunto o por singular síntoma de simple res hipocondríaca. Cualquiera puede suponer su situación de no suicidio, sus tolerados vínculos aunque diplomático caracol consienta idolatría en trámites sumisos cuando añade constitución al individuo como suave siervo ser sociable. Y no obstante, a veces, con precisión fulgura, esplendor restablece si renovado actúa, o se conforma en confortables butacas donde digestivamente reacciona en arquetipo y muere. Mas acaso cualquiera en réspice abandone sus estancias nimbadas de héroes muertos, la flor cuyo plástico decora el tibio jardín de su costumbre porque química, entonces, mente accione desconcertados periplos para sospechar y arriesgue y la memoria del hombre aliente sin retrógrada, ni cristiana, ni trascendente creencia que lo justifique.
Cuaderno de poesía
Sé el primero en comentar