El orín en las flores de hojalata
adquiere un tono líquido, asesino
de manos, de relojes, de banderas
de vidrios reflejadas en las fuentes.
Abrid compuertas dando paso al aire
impuro en las olas grises como témpanos
abiertos en la flor del manantial.
Muerte… Muerte. El amor subiendo a flote.
Silencio; ved el agua, madre y cenit,
anegar los perfiles de la sombra
hecha jirones de sol como labios.
Y el agua cubre todo en un segundo.
La mano queda hundida y un nenúfar
emerge sólido, sereno, libre.
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